miércoles, 19 de septiembre de 2018

¡Por fin es castellano!



Diez años después de la muerte de Fernando I, hacia 1075 las luchas contra los moros dejaron de ser como recuperación de territorios para volverse una cruzada religiosa donde las alianzas temporales con los taifas dejaron de ser una opción. En 1085 Alfonso VI recuperó Toledo un acontecimiento con gran importancia simbólica, pues conquistó la capital visigótica. Esta época marca además la época en el que el naciente castellano toma la delantera y absorbe el dialecto mozárabe.

El reino de Castilla y León se vuelve la cabeza de la reconquista. Aparece el gentilicio español, introducido por los francos a partir de una forma latina hispanolus usada anteriormente. Es desde entonces que ya tiene sentido hablar de una Hispania recuperada.
A partir del siglo X el castellano comienza a semi-manifestarse en los documentos notariales, ya que aún no tenía características completamente propias. Se filtraban ya en el bajo latín de los notarios expresiones correspondientes al dialecto de Castilla, una sintaxis y patronímicos cada vez más romances, y los errores en latín se vuelve más frecuentes.

  1. Pero es en el siglo XII cuando se documentan los dos fenómenos más importantes.
  2. El castellano mucho más presente en los documentos notariales latinos.
Dejan de considerar su romance tan solo como sermo vulgaris del latín, para ahora, finalmente, considerarlo su propia lengua.

En la Chronica Adefonsi imperatoris, 1150, ya se refieren al castellano como “nostra lingua”, y se filtran glosas romance identificadas como de su propia lengua para textos latinos.





Referencias:

Lara, F. (2013). Historia mínima de la lengua española. México: Colegio de México.

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