Es importante conocer a los autores de los libros al cuestionar los argumentos que proponen.
La siguiente información sobre dichos personajes proviene de la página del Colegio Nacional.
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Luis Fernando Lara Ramos:
Luis Fernando Lara Ramos es licenciado en lengua y literatura española (1968) por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y doctor en lingüística y literatura hispánicas por el Colegio de México (1975). Realizó estudios especializados en lingüística general, semántica y lingüística románica en la Universidad de Kiel (verano de 1969) y de Heidelberg (invierno 1969-1970) en la República Federal de Alemania, además de cursar lingüística computacional y matemática en la Scuola Stiva di Linguistica Matematica e Computazionale en Pisa, Italia (veranos de 1974 y 1976).
Ha publicado 132 artículos de investigación en revistas especializadas, así como 38 trabajos de divulgación y varios libros, entre los que se encuentra uno de los que hemos leído estas semanas: Historia mínima de la lengua española.
Ha publicado 132 artículos de investigación en revistas especializadas, así como 38 trabajos de divulgación y varios libros, entre los que se encuentra uno de los que hemos leído estas semanas: Historia mínima de la lengua española.
Antonio Alatorre Chávez:
Estudió en la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG) y en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), letras en esta última y filología en El Colegio de México. Tomó clases en España y Francia, donde asistió a las cátedras de Marcel Bataillon, Edmond Faral, y de Raymond Lebergue. En México fue discípulo de Raimundo Lida.
Desde 1951 era profesor-investigador de El Colegio de México, de cuyo Centro de Estudios Filológicos fue director (1953-1972). Editó (1952-1959) y dirigió (1960) la Nueva Revista de Filología Hispánica. Era catedrático de educación media y superior desde 1943 e impartió cursos y conferencias en universidades de Estados Unidos, Japón e India. En 1990 fue nombrado profesor emérito de El Colegio de México.
Recibió numerosos premios y reconocimientos, entre ellos el Premio Jalisco (1994), el Premio titular de la Cátedra Italo Calvino (UNAM, 1994), y el Premio Nacional de Ciencias y Artes (1998) en el ramo de Lingüística y Literatura.
Falleció el 21 de octubre de 2010 en la ciudad de México. Falleció el 21 de octubre de 2010 en la ciudad de México.
Desde 1951 era profesor-investigador de El Colegio de México, de cuyo Centro de Estudios Filológicos fue director (1953-1972). Editó (1952-1959) y dirigió (1960) la Nueva Revista de Filología Hispánica. Era catedrático de educación media y superior desde 1943 e impartió cursos y conferencias en universidades de Estados Unidos, Japón e India. En 1990 fue nombrado profesor emérito de El Colegio de México.
Recibió numerosos premios y reconocimientos, entre ellos el Premio Jalisco (1994), el Premio titular de la Cátedra Italo Calvino (UNAM, 1994), y el Premio Nacional de Ciencias y Artes (1998) en el ramo de Lingüística y Literatura.
Falleció el 21 de octubre de 2010 en la ciudad de México. Falleció el 21 de octubre de 2010 en la ciudad de México.
Preguntas:
Las respuestas a estás preguntas no son definitivas, están abiertas a discusión y análisis. Siéntanse libres de compartir sus opiniones, ¡me interesaría mucho conocerlas!
- Luis Fernando de Lara llega a afirmar lo siguiente: "De esos pueblos primitivos no se conocen sus lenguas, por lo que no se pueden tomar en cuenta, como tales, en la formación de sustratos lingüísticos que después hayan tenido alguna influencia en la formación del español".
En mi opinión está afirmación es criticable puesto que, como hemos visto en entradas anteriores, el español es una mezcla de diferentes lenguas. Ésta característica es incluso esencial para distanciar el español de otras lenguas romances que evolucionaron de una manera similar. Por lo tanto, aunque existe cierta verdad en la afirmación, no se puede descartar la influencia que las lenguas de estos pueblos primitivos pudieron tener en lo que después sería el español. No podemos asegurar que hayan o no tenido alguna influencia debido a la falta de evidencia que sustente cualquiera de dichas afirmaciones.
Cabe la posibilidad de que alguna de estas lenguas le brindará una característica particular al latín que le permitiera evolucionar al castellano de la manera que lo hizo más adelante.
- En el español tenemos sonidos que coinciden con el árabe y que no existen como tales en otras lenguas romances como el francés o el italiano. Sin embargo, Alatorre afirma que el árabe no influyó en la fonética de las lenguas romances.
Algo similar a lo anterior sucede con esta afirmación. En mi opinión no es absolutamente cierto que el árabe no haya influenciado en la fonética de las lenguas romances, aunque es una posibilidad. El árabe estuvo presente en la península de manera activa durante ocho siglos (VII-XV), muestra de su impacto en la lengua de la región es la larga lista de arabismos que se adoptaron en el español (de la cual he publicado una muestra en la siguiente entrada: X). Por lo mismo, no es muy complicado ver de dónde viene la idea de que el impacto árabe no se limitará sólo al vocabulario sino que también tuviera una consecuencia fonética en el castellano. La pronunciación de los morfemas tuvieron muchos y distintos cambios desde el latín hasta el español que conocemos ahora, de los cuales no podemos tener un registro claro de la época, como puede existir de la escritura. Por lo que podrían haber existido cambios más sutiles que los que conocemos a raíz del intercambio lingüístico que sucedió durante dichos siglos.
Referencias:
Luis Fernando Lara. (2018). Recuperado de http://colnal.mx/members/linguistica-lara-luis-fernando
Antonio Alatorre. (2018). Recuperado de http://colnal.mx/members/antonio-alatorre-chavez
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